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Tu ayuda hace la diferencia

Durante años he admirado la historia de Albretch Dürer (Durero), pero mucho más la de su casi desconocido hermano. En el siglo XV , en un pequeño pueblo cerca de Núremberg, Alemania, vivía una familia con 18 niños, era la familia Dürer, y para poder mantenerla alimentada, el padre trabajaba en una mina de oro durante más de 15 horas por día. Es decir, volvía a su casa solo para dormir.

Dos de los hijos de esta familia extremadamente humilde deseaban ser artistas, a pesar de saber lo difícil que podía ser lograrlo, ambos niños tenían y mantenían este sueño vivo en sus corazones.

Después de analizar el tema en familia decidieron que el azar resolvería quién iría a estudiar, y el otro trabajaría en la mina para pagar los estudios del hermano, y cuando el primero terminara la academia, con su trabajo ayudaría al segundo en sus estudios.

Albretch fue el afortunado ganador cuando lanzaron una moneda al aire, y su hermano  trabajó en las minas por casi cinco largos años.

Desde el inicio Albretch Dürer sorprendió a todos en la escuela y muy pronto sus óleos, grabados y tallados superaron a sus profesores, y ya antes de recibirse comenzó a ganar dinero con su arte.

Al finalizar sus estudios regreso a su pueblo natal, y a los postres de una cena que hicieron en su honor, Albretch tomó la palabra y dijo :

–  Quiero agradecer a todos los que con su trabajo permitieron que yo pudiera estudiar arte, y principalmente a mi hermano, a quién quiero expresarle mi reconocimiento y feliz obligación de ahora poder yo ayudarte y que tu vayas a estudiar Arte a la Academia de Nuremberg.

El hermano respondió :

–    Es muy tarde para mi, los huesos de mis dedos, casi todos se han roto con el trabajo, y la artritis en mis manos no me permite ni sostener la copa, gracias, pero ya es tarde para mi.

Hoy las obras de Albretch Dürer se pueden ver en los más renombrados museos del mundo, y entre esas obras hay una que es muy difícil de olvidar, se llama “Manos que oran”, y son simplemente las manos de su hermano con las palmas unidas y apuntando al cielo.

¿Haz tenido tú, querido lector alguien que con su trabajo y esfuerzo te representó una gran ayuda?

Me permito repasar mi vida y encuentro muchos ejemplos, mis padres y maestros, amigos y colegas, mi esposa y mis hijos…

Tantas veces y en tantas ocasiones ellos han dejado de lado sus deseos, objetivos y motivaciones con un solo fin, hacer que mis deseos, objetivos y motivaciones se cumplieran.

Es sublime cuando uno puede sentir esto, que tantas personas nos han ayudado en la vida, y entonces es tiempo de agradecer, pero también es tiempo de pensar, de repensar ahora en la situación reciproca y preguntarme ¿a quién yo he ayudado?

Si encontramos respuesta a esa pregunta podemos sentir satisfacción porque la ayuda hace la diferencia y el ayudar nos puede hacer diferentes.

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