fbpx
José Griboff, la historia de un despachante con corazón aduanero

José Griboff, la historia de un despachante con corazón aduanero

En la Semana de los Despachantes, dialogamos con el titular de Esimex SRL, por trayectoria uno de los referentes de la actividad en Córdoba.


Por Marcelo Scamperti.


De la mano de Ernesto Kowadlo, uno de los históricos despachantes de aduana de Córdoba, José Alberto Griboff dio los primeros pasos como auxiliar del comercio exterior.

Transcurridas más de cinco décadas, desgrana ante CONTAINER sus experiencias y vivencias de una carrera que lo encumbró entre los referentes desde su propia empresa, Esimex SRL.

“Este momento lo veo muy difícil, pero no me resulta nuevo; hemos vuelto a tener problemas con la aprobación de SIMI, de licencias no automáticas; ya lo vivimos en la época que estaba el señor Moreno”, dice ante la consulta de cómo ve la situación actual.

Ante la pregunta de qué medidas serían necesarias, argumenta: “La Argentina adhirió a través de la ley 24.425 a la OMC; la Organización Mundial de Comercio tiene reglas y deben ser respetadas. Una licencia no automática (de importación), según la OMC, no puede demorar más de 60 días, y en este momento los plazos son extremadamente largos. Es como si existiera una ´morenización´ de la economía”, define.

Por el lado de la exportación, opina que “el problema más serio son los costos logísticos. El ferrocarril aliviaría muchísimo, sería un gran beneficio para todos los exportadores, porque los costos del camión y los costos portuarios son muy altos. Todo esto debería ser revisado”.

Durante toda la conversación pone de relieve el apoyo familiar, el de sus hijos Carlos, Martín y Daniel, actual titular de Dagri SA, una de las empresas nacidas al calor de su prestigiosa trayectoria.

La historia de José Griboff en el comercio exterior estuvo atravesada por  las recurrentes crisis del país. “He vivido muchísimas crisis. Rendí para apoderado en el año ´81 en la mesa examinadora de la Aduana de Córdoba, en aquella época no había despachantes. Todavía creo ostentar el promedio más alto”, pondera.

A dos años de esa instancia, en 1983, ya era despachante. Con una anécdota llamativa, recuerda sus inicios. “A los 13 años, en 1966, después de haber hecho el Bat Mitzvah (bajo la ley judía, tener las mismas responsabilidades que un adulto), mi cuñado, Ernesto Kowadlo, un visionario, me llevó a trabajar con él como cadete”.

Por entonces, la sede de la Aduana de Córdoba estaba en el subsuelo del Correo; luego, transcurridos unos años, adquirió una propiedad sobre el bulevar Chacabuco, en Nueva Córdoba.

“Allí, cuando cumplí 18 años empecé a ser dependiente de Aduana”, recuerda para dar pie a sus vivencias de hoy: “Yo hago muchísimo hincapié en lo que dice el Código Aduanero, soy verdaderamente un auxiliar del servicio aduanero, por lo cual tengo el corazón partido en dos: soy mitad despachante de aduana y mitad aduanero; cuando controlo un despacho lo miro como aduanero, no como despachante”.

En todo momento hace pausas para nombrar y agradecer a colegas, funcionarios e integrantes del servicio aduanero. Durante muchos años, sus colegas lo consideraron el mejor clasificador de la Aduana, en Córdoba y en otras provincias.

Fue miembro del Centro de Despachantes de Aduana e integrante de la mesa examinadora Córdoba, vocal de la Cámara de Comercio Exterior (CACEC); titular durante 15 años de la Cátedra de Clasificación Arancelaria.

CATEGORIES

COMMENTS

Wordpress (0)
Disqus (0 )