
Estados Unidos y China: ¿Guerra fría en el siglo XXI?
La reunión del G-20 en diciembre de 2018 en Buenos Aires, marcó el inicio de las negociaciones para resolver los conflictos comerciales ya existentes entre los dos países.
Por Raúl Ochoa
La reunión del G-20 en diciembre de 2018 en Buenos Aires, marcó el inicio de las negociaciones para resolver los conflictos comerciales ya existentes entre los dos países.
Cada uno a su estilo, Donald Trump expansivo y siempre aparentemente optimista señalaba la muy predisposición encontrada en su par chino, mientras que Xi Jinping reconocía que se abría una oportunidad para volver al terreno de la cooperación y al mutuo entendimiento por encima de las lógicas diferencias.
A partir de allí se abrió un largo y sinuoso camino de reuniones con extensos equipos de expertos y traductores, donde los avances se conocían más por la importancia de los funcionarios involucrados y la extensión de las misiones, que por los oficiosos comunicados de prensa.
Aún así, hubieron temas laterales en este período de casi cinco meses que fueron ensombreciendo el panorama, el primero la continuidad del conflicto con la firma de tecnología china Huawei no sólo por el mantenimiento del pedido de extradición de la CFO Sabrina Meng a los Estados Unidos, sino además por la exigencia de ese país a sus aliados y socios comerciales que no usaran su tecnología de red G5 por la posibilidad de espionaje; en segundo término por tornar prácticamente inviable la inversión china en empresas norteamericanas, especialmente las absorciones para evitar la adquisición de tecnología y por último la posibilidad creciente de incidentes militares en el mar de Sur de China.
Sin embargo, como en una buena partida de póker, donde nadie muestra su juego, parecía que todo se encaminaba hacia un ¨happy end¨ y faltaba sólo la fecha para el reencuentro entre ambos presidentes, probablemente en las instalaciones de Trump en Mar-a- Lago en la Florida, cuando surgió dentro de la serie de interminables tweets del inefable Donal Trump, uno que señalaba que China lamentablemente quería retroceder en lo ya acordado en el draft elaborado y por lo tanto había decidido aplicar en forma inmediata – el viernes de esa misma semana – la suba de los aranceles de importación del 10 al 25 % a productos importados valuados en 200.000 millones de USD y comenzar a estudiar hacer otro tanto con los 325.000 millones, hasta ahora sin derechos de importación adicionales.
Por supuesto el presidente Trump dejaba la puerta abierta para una rápida negociación que diera marcha atrás con la postura china y permitiera un deal mejor ahora que después, dando a entender -amenazante – que cualquier transacción posterior sería más costosa, en peores términos para China.
Para el principal negociador chino esto implicó en sus términos “Que esta es una situación donde los peces han muerto y las redes están rotas”, no habiendo razón para negociar y de hecho rápidamente China replicó aumentando los derechos de importación sobre 60.000 millones USD e indicando que otras medidas mas gravosas se tomarían con respecto a los varios miles de empresas norteamericanas instaladas en su territorio.
Una semana después con una Orden Ejecutiva (decreto) Trump impedía el accionar de Huawei en los Estados Unidos basado en sus facultades presidenciales ante acciones que pongan en peligro la seguridad nacional, con lo cual rompió uno de los últimos diques de contención previo a la entrada en el peligroso sendero de la confrontación directa.
Todo esto, como puede concluirse, excede largamente el estricto terreno comercial, pero ya se pueden empezar a contabilizar daños: en el caso del complejo de la soja, de los primeros en ser afectados ya que coincide por un lado que China esté afectado por una peste porcina que ha afectado un 30 % de su stock de madres que es el mayor a nivel mundial, por lo tanto ya había reducido sus adquisiciones de poroto y harina un 15 % y ahora ha decidido no adquirir la de origen norteamericano.
Este aspecto que en teoría debería beneficiar a nuestra producción y la brasileña, no lo será porque Donald Trump ha prometido a sus granjeros – una parte importante de su electorado- sufragar sus pérdidas con 15.000 millones USD de compras adicionales que se entregarán en donación mediante el programa USAID a países pobres, lo que producirá distorsiones de precios y caída adicional de la demanda.
Este es un caso que nos complica directamente, pero a medida que pase el tiempo se van a ir viendo más y más consecuencias desfavorables de este conflicto que enfrenta a las únicas dos potencias de alcance global.