Las importaciones más relevantes para producir son las que más caen
La tendencia de caída más profunda de las importaciones con respecto a las exportaciones se mantuvo durante el mes de abril: 43% y 13% respectivamente. De manera acumulada, el deterioro de las compras al exterior alcanza un 37,5% para el primer cuatrimestre de 2009 con respecto al mismo período del 2008, mientras que las ventas cayeron a un 22,5%, informó la consultora Abeceb.com.
La dinámica mermada de las importaciones garantizó un mayor superávit comercial para lo que va del año, con una cifra de 5.855 millones de dólares para el primer cuatrimestre, un 43% más que en el mismo período del año pasado.
Para repasar las tasas de variación, a partir del derrumbe del comercio del último bimestre del año pasado, la reacción negativa predominó del lado de las ventas externas. Sin embargo, a partir del año 2009, la caída comenzó a desacelerarse. Las importaciones no lograron recuperarse; por el contrario, cayeron con mayor fuerza en el último mes.
Este diferencial de tasas de variación entre las dos variables de comercio tiende a consolidarse a mitad de año, si se considera un escenario más favorable para las exportaciones gracias a las mejoras de los precios de los commodities de los últimos meses y la depreciación de la moneda local frente a los principales socios comerciales.
En ese sentido, la coyuntura internacional comenzó a jugar a favor de las ventas externas locales y llevó el valor de la soja a los 465 dólares por tonelada (11-06-2009) en el mercado de Chicago. Esto representa un aumento del 30% desde principios de año y del 50% desde diciembre, a causa de las estimaciones menores de las cosechas de los principales oferentes, el regreso de los capitales internacionales a los mercados de commodities y la recuperación de la demanda de China. Del lado del petróleo, el crecimiento del precio del barril alcanzó un 50% desde principios de año, aunque todavía se encuentra muy lejos del pico de julio de 2008.
La caída del dólar con respecto a otras monedas y la consecuente depreciación del peso argentino con respecto a la de sus socios contribuyen a una mayor desaceleración de la caída de las exportaciones. La depreciación del peso argentino con respecto al real alcanza el 16% desde principios de año en términos nominales y más del 10% en términos reales. Frente al dólar, la depreciación nominal se encuentra en torno al 9% y la real, en un 6% en el mismo período.
Por un lado, el saldo favorable de la balanza comercial tiene una connotación positiva, sobre todo en un contexto de salida de capitales y falta de financiamiento internacional. El saldo positivo de la cuenta corriente se torna imprescindible para no caer en una balanza de pagos deficitaria y, en consecuencia, en la pérdida de reservas internacionales.
Pero, por otro lado, dicha connotación se revierte cuando se tiene en cuenta que el superávit es sostenido por el derrumbe de las importaciones, más que por un mejor desempeño de las ventas externas, que, en términos absolutos, continúan con variaciones negativas pese a una coyuntura externa favorable.
Las necesidades internas en mostrar un saldo positivo llevaron a la implementación de medidas de restricción que funcionaron como represa para el ingreso de productos externos en nuestra economía. Estas medidas resultan complementarias a la menor demanda local, producto de la disminución de la actividad industrial y un consumo menos dinámico.
Las medidas de restricción afectan a un total de 608 posiciones arancelarias, se se consideran restrictivos los requisitos de licencias no automáticas, productos con compromisos de precios, medidas antidumping vigentes y acuerdos sectoriales con Brasil.
Como justificación de su implementación, el argumento es que apuntan a la protección de los sectores más sensibles o vulnerables a la crisis por la supuesta invasión de mercancías excedentes no colocadas en los principales mercados mundiales. Estos sectores se encuentran en los eslabones finales de la cadena productiva, y son mayormente bienes de consumo final como calzado, manufacturas de cuero y juguetes. También se destacan sectores de bienes intermedios como autopartes, textiles y productos de metal.
Además de permitir el saldo positivo, la caída de las importaciones revela algunas señales negativas como la caída del consumo y principalmente de la inversión, con la consecuente debilidad de la capacidad productiva futura.
Cuando se observan los usos económicos que se hizo de la la profundización de las caídas, se ve que se relacionan mayormente con la inversión por el lado de las importaciones de bienes de capital y la adquisición de insumos para la producción, como en las compras de bienes de intermedios, y piezas y accesorios.
Las importaciones por usos para bienes de capital e intermedios disminuyeron un 46% en el primer cuatrimestre, mientras que los bienes de consumo lo hicieron en un 23%.
Por un lado, la confirmación del derrumbe de las importaciones de bienes de capital por sobre los de consumo durante el primer cuatrimestre anticipa la caída de la actividad industrial, en el caso de que las medidas restrictivas no hayan apuntado a ellas y dicha caída sea producto del descenso de la demanda local. Por el otro, en el caso de que su caída haya sido resultado de las medidas de restricción, contradice el argumento de que estas apuntan a los bienes de consumo y a la protección de los productores locales.
Entre los productos que más explican la caída de las compras de bienes de capital de bajo impacto productivo se encuentran los productos electrónicos, mayormente destinados a consumo. Estos se incluyeron en el reciente anuncio del proyecto de ley de eliminar la reducción del IVA e incluirlos en la nómina de productos gravados por impuestos internos, lo que implica un encarecimiento en el precio final en torno al 30%. El argumento de invasión de estos productos también se ve debilitado en este caso.