fbpx

Brasil buceando en aguas profundas

ocean brazilCon una devaluación que en el último año superó el techo de la meta establecida, la tendencia es declinante, parte por la propia recesión, y otra parte por la tendencia a la deflación de precios a nivel internacional.

Es posible aislar ciertos aspectos de la política económica aplicada por el ministro Levy y el presidente del BACEN Tombini y ver sus resultados desde el comienzo de su gestión, más allá de que todavía faltan corregir aspectos fiscales importantes, que son claves para eliminar el déficit fiscal primario y evitar el aumento de la deuda pública por encima del 70 % del PBI.

En primer lugar, se ha eliminado la apreciación cambiaria con una devaluación que lleva acumulado un 67 % en el último año – reales 2.34 por dólar a los actuales 3.85 –y si bien la inflación superó el techo de la meta establecida alcanzando en el pico alrededor del 9,5 % anual, la tendencia es declinante, parte por la propia recesión, y otra parte muy importante por la tendencia a la deflación de precios a nivel internacional.

En segundo término el balance de cuenta corriente que había llegado a los 103.6 MM U$S de déficit en el 2014, algo menos del 4,5 % del PBI está reduciéndose muy rápidamente, por la reversión del saldo de la balanza comercial de bienes que ha pasado de negativo a positivo por unos 15 MM U$S – cuenta de petróleo positiva, menor precio y volumen de las importaciones y recupero de exportaciones industriales de por medio – y una reducción del saldo negativo de la de servicios, por menor turismo emisivo y disminución de remesas de utilidades y dividendos. Se estima que a fin del 2015 rondará un negativo de 70 MM U$S, que era el promedio de la etapa previa a la devaluación de 1999 y su período posterior hasta el 2002, cuando la formidable mejora de los términos de intercambio y el mayor volumen de exportaciones de commodities, transformó el recurrente déficit en superávit por el quinquenio 2003-07; luego a partir del 2008 comienza un proceso de déficit impulsado por la demanda interna en función al aumento del crédito; la apreciación cambiaria y los ajustes de salarios por encima de la productividad; hasta que ese déficit sumado al fiscal, terminaron haciendo inevitable la necesidad de un ajuste y ahuyentar una mayor vulnerabilidad externa, que no proviene de la deuda externa – Brasil es acreedor neto en moneda extranjera y posee alto nivel de reservas – sino del endeudamiento interno y la gravitación del pago de los intereses sobre el PBI, que a las actuales tasas de interés representa 8 % del PBI.

Hay muchas quejas por la suba de la tasa de interés SELIC hasta el 14,25 %, pero como bien explicó el presidente del BACEN a los legisladores, si se quisiera reducir la tasa y volver a los 7,50 % anual como estuvo en el momento de auge, el mercado no respondería y la pauta es que la tasa interbancaria está por encima al 15 %, reflejando la pérdida del grado de inversión y la percepción de las dificultades de las empresas para tomar deuda nueva.

Una de las lecciones que surge del caso brasileño – que se repite en otros países emergentes cada uno con sus particularidades – es la propensión a tomar un fenómeno que es circunstancial como estructural y permanente, nos referimos al auge de las commodities, y por lo tanto distribuir beneficios a mediano y largo plazo que no están (ni van a estar). Esto explica ahora las inmensas dificultades para reducir gastos presupuestarios y eliminar derechos adquiridos, como es el caso del ajuste anual del salario mínimo que para el año 2016 ya está fijado en el 10 % o los premios para los funcionarios que difieren su jubilación, para mencionar dos de innumerables casos ya consagrados.

Como por otra parte, existe la convicción que la tributación brasileña en sus tres niveles es excesiva y requiere una puesta al día y un claro proceso de simplificación, resulta evidente que entonces sólo pueden reducirse los presupuesto de inversión o intentar acciones más efectistas que efectivas, como la “reducción de ministerios” en plena crisis de la coalición parlamentaria que sostiene al Ejecutivo.

La crisis es política y por lo tanto hay quienes abogan por el juicio político de Dilma, ya que su impopularidad es manifiesta, pero hasta ahora su posición con respecto a los temas de corrupción ha sido no interferir y que se lleve puesto a quienes sean responsables empresarios y políticos; pero cuidado los problemas económicos son importantes y haber iniciado su corrección no es un tema menor; sería un grave error, volver a empezar y nadie en la oposición estaría actualmente en condiciones de lograr unir las voluntades necesarias para asegurar la consolidación del ajuste, durante y después del juicio.

www.raulochoa.com.ar

TAGS

COMMENTS

Wordpress (1)
Disqus (0 )