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CFK y Alberto Fernández: Quemá esos libros

CFK y Alberto Fernández: Quemá esos libros

Columna de Walter Giannoni.


Los dos hicieron un balance a un año de haber asumido en el poder. Ella apuntó los cañones contra la Justicia, y en particular contra los miembros “rebeldes” de la Corte Suprema. Él prefirió hablar de la gestión, de la herencia recibida y del “silencio de los medios” ante logros como la renegociación con los bonistas.

Ambos, Cristina y Alberto, coincidieron sin embargo en utilizar manuales extraños, casi propios, para sostener sus puntos de vista.

La vicepresidenta cuestionó la perpetuidad en el poder de los integrantes de la Corte situación que aparenta ser real pero que no es un invento de esta Corte, ni de las anteriores, sino que está sostenido en lo que dispone la Constitución Nacional.

Cuestionó así indirecta (o directamente) a la propia Carta Magna que establece que los integrantes del tribunal podrán mantenerse en los cargos salvo faltas graves hasta los 75 años de edad (art. 99, inc. 4, párrafo 3º).

Luego, el Presidente de la Nación y el Senado puede ratificarlos en el cargo por cinco años más siguiendo el mismo proceso para su nombramiento, extensión que (art. 110) puede extenderse indefinidamente.

Es decir, está claro que la supremacía política del Poder Judicial sobre el resto de los poderes no es una ocurrencia del eje del mal sino que está fijada en la propia Constitución.

Alberto Fernández, por su lado, también aprovechó el balance anual para exhibir una biblioteca propia. Lejos de las leyes de la economía, anticipó que los precios de los alimentos seguirán regulados por el Estado porque los costos de producción que pagan las empresas elaboradoras “están en pesos” (sic).

Llama la atención tamaño desconocimiento de procesos. Es real que el país produce materias primas (no todas), pero en todos los casos están ligadas a cotizaciones internacionales o a insumos que cotizan en dólares.

La experiencia ha demostrado que realizar sintonía fina en esa balanza sólo acumula presión en los precios, los cuales en algún momento estallan. Ello sin contar la carga tributaria en todo el proceso y la suba de los costos logísticos o laborales.

Es como si, al no coincidir la realidad con sus análisis, Cristina y Alberto estuvieran dispuestos a quemar los libros. Difícil generar confianza así.

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