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Habemus primer mega acuerdo modelo siglo XXI

Este primer Mega Acuerdo Comercial firmado tiene una serie de particularidades más allá de su propia importancia al abarcar alrededor del 35 % del PBI mundial.

Que había dudas, sobre el capítulo automotriz entre Estados Unidos y Japón, sobre productos lácteos entre Nueva Zelanda y Canadá, cómo se aceptarían los nuevos temas agregados y ampliados como empresas de propiedad pública, compras estatales, servicios financieros, economía digital, defensa de la competencia, medio ambiente, normas laborales, barreras técnicas, etc; pero lo cierto es que el 4 de octubre en Atlanta, los doce países integrantes: el anfitrión Estados Unidos, Canadá, Méjico, Chile, Perú, Japón. Brunei, Malasia, Vietnam, Singapur, Australia y Nueva Zelanda lograron el acuerdo, que ahora tendrá que ser ratificado de acuerdo a las normas constitucionales de cada país.

Este primer Mega Acuerdo Comercial firmado tiene una serie de particularidades más allá de su propia importancia al abarcar alrededor del 35 % del PBI mundial – a paridad de poder adquisitivo – y alrededor del 17 % del comercio global y es que largamente supera muchas de las normas vigentes de la Organización Mundial de Comercio, por eso se lo conoce como un Acuerdo OMC plus y extra; también por lo poco que trascendió sobre el debate y la prácticamente nula participación de las organizaciones de la sociedad civil – lo que se conoció provino de “WikiLeaks” -; es a medida de las trasnacionales y si bien en el brief presentado por el USTR – United States Trade Representative – se destaca la importancia de fortalecer las cadenas regionales y las pymes de los países socios, la realidad está mucho más cerca de la de facilitar el dominio a las grandes empresas de las cadenas globales de valor que, por otra parte, si tal como se espera también se integrarían al Acuerdo Corea y Taiwán, estaría prácticamente la “mesa servida” sin contar a China o en otra visión, conteniendo a ese país.

El USTR (United States Trade Representative) presenta una versión abreviada de los objetivos centrales y de los 30 capítulos que conforman el Tratado y que puede definir como la avanzada de una nueva generación de Mega Acuerdos donde lo que importan son las reglas y las normas tendiente como se lo expresa en forma muy expresiva y contundente a lograr un “seamless trade” o comercio sin trabas ni costuras. Los aranceles en los bienes industriales se dejan sin efecto en su totalidad, la gran mayoría desde la propia puesta en vigencia y una minoría en períodos más largos; no se permiten las normas de contenido local para atraer inversiones o dar beneficios fiscales.

El tema reglas de origen establece normas especiales exclusivas para textil e indumentaria y normas generales para el resto, con el principio de acumulación de origen a través de los procesos de integración de bienes y servicios en los países signatarios de manera tal de favorecer las cadenas de valor regionales y acercándose cada vez más al concepto de “made in the world” que en este caso sería “made in TPP countries”.

El resumen del capítulo dedicado a la agricultura destaca la eliminación de barreras, el apoyo a la seguridad alimentaria, la eliminación de los subsidios a la exportación y la voluntad de las Partes en trabajar conjuntamente en el orden multilateral, el cumplimiento de las normas sanitarias y fitosanitarias (SPS) y la seguridad que se le otorga al importador de que cumplido los requisitos los trámites serán rápidos y sin dificultades. En el orden práctico, el TPP producirá un fuerte desvío de comercio a favor de los Estados Unidos, Canadá y Australia ya que el intercambio de productos alimenticios dentro de esta región supera los 310.000 millones de U$S y esto irá en detrimento de países como el nuestro y Brasil.

Conclusiones: En esta primera aproximación a uno de los desarrollos de mayor trascendencia desde el punto de vista de la economía y el comercio internacional tanto por sus aspectos positivos como negativos, resulta claro el énfasis puesto por los Estados Unidos para concluir satisfactoriamente el TPP que refuerza su posición geo-estratégica en el área Asia-Pacífico, marca como un límite a la expansión china en la región y señala nuevos rumbos, aunque diga estar basado en las normas multilaterales, ya que este “Club” tiene derechos y obligaciones diferentes y diferenciadas a las vigentes para el resto de los países. Para los países emergentes sin acuerdos importantes a la vista, la situación es complicada y lo va a ser más en el futuro, se van esfumando mercados o haciendo cada vez más difícil su acceso. Un punto más y no menor para la vasta agenda común argentina-brasileña de los próximos meses/años.

www.raulochoa.com.ar

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