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Importaciones: Reiteración de errores seculares

La iniciativa de un diputado nacional de prohibir las importaciones debe ser considerada no solamente perjudicial para el conjunto de la población sino además, y lo cual es aún más importante, para el país todo.

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Si bien no se trata de una prohibición generalizada sobre todo tipo de productos y en todas las condiciones, es una medida extrema que ha demostrado ser siempre perjudicial para el país que la adopta. Y nuestro país, con alguna que otra variante, la ha estado aplicando sin éxito durante los últimos 70 años.

La Argentina ya está siendo, desde hace algunos años, mencionada como uno de los países más proteccionistas del mundo. Tan es así que hemos sido reconvenidos por la Organización Mundial de Comercio por llevar adelante tales prácticas. Una de las últimas medidas que se nos impuso fue la derogar el sistema de las DJAI ante la protesta de más de cuarenta países que reclamaron ante el organismo internacional por la adopción de tal restricción no arancelaria.

Las medidas proteccionistas han beneficiado siempre a unos pocos comparativamente con el resto de la población del país. Han beneficiado y enriquecido a un pequeño núcleo de sus habitantes pero ha perjudicado a la inmensa mayoría, que debe subsidiar a los industriales incompetentes y a los falsos capitalistas, puesto que el capitalismo es un sistema que siempre tiene un riesgo para los capitalistas y en este caso la protección los ampara y les permite ser ineficaces e incompetentes. Sin agregar que hay industrias que han sido protegidas desde hace décadas y siguen solicitando protección. La pregunta siempre habrá de ser ¿hasta cuándo? ¿Cuándo alcanzarán ser competitivas? Los consumidores, que son toda la población, debe pagar injustamente precios más caros que los internacionales por productos a veces de regular o mala calidad.

Pero es justo reconocer que en la falta de competitividad tiene una participación muy grande el mismo Estado argentino, con un enorme peso impositivo y regulatorio asfixiantes que impide a los productores cumplir su función con eficacia. Tal política del Estado es a todas vistas uno de los motivos principales de la falta de competitividad. Por lo cual después aplica medidas proteccionistas y entonces el proceso se realimenta a sí mismo y se nos hace eterno.

La propuesta del diputado nacional tiene las siguientes características:

1.- Declara la emergencia aduanera por 120 días (prorrogables) y establece que los productos de consumo que ingresen por la Aduana deberá ser cursados por Canal Rojo.
2.- De tal manera que el ingreso no es libre ni automático, sino que los mencionados productos deberán verificar su calidad, cantidad y la documentación que ampare dicha operación.
3.- Se exceptúan del régimen los insumos para la industria, el material médico y aquellos productos que no se fabriquen en el país (todo lo cual parece más que obvio).
4.- Reprime duramente el contrabando (algo de lo cual nadie puede estar en desacuerdo excepto los delincuentes y los funcionarios corruptos). Agrega que el delito no es excarcelable cuando participe del mismo un funcionario público. Acerca de todo lo cual estamos de acuerdo.
5.- Se recomienda que el Gobierno adquiera escáneres y aumente los controles aduaneros (de acuerdo).

Se propone establecer licencias previas no automáticas para todos los productos de consumo que compitan con la industria local, aumento de penas y multas para los delitos de narcotráfico y contrabando.
Los artículos 3 a 7 del proyecto modifican el Código Aduanero y elevan las penas citadas en el párrafo anterior.

En definitiva, más de lo mismo. Seguiremos esperando un país que salga al mundo a colocar sus productos, sea competitivo y exporte no solamente materias primas sino productos con alto valor agregado.

Mira la nota en la Revista Container de Septiembre:

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