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Las importaciones aumentan la tensión entre el Gobierno y los empresarios

El ingreso de productos al país aumentó en volumen, principalmente en bienes de consumo y vehículos. Sin embargo, la operatoria está lejos de ser la normal.

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Las importaciones se recuperaron y esto desató un “tira y afloje” entre los industriales locales, los importadores y el Gobierno nacional frente a una economía que tarda más de lo esperado en reactivarse y un mercado que se achica.

Entre enero y mayo, las importaciones bajaron 4,6 por ciento para sumar un total de 22.121 millones de dólares en productos. Pero esta baja, según el Indec, es resultado de la caída de 13,7 por ciento en los precios, ya que en volumen aumentaron 10,5 por ciento.

En cantidades, los que más crecieron en este período fueron los vehículos (46,4 por ciento) y los bienes de consumo (21,3 por ciento), seguidas por combustibles y partes de bienes de capital (en ambos casos 11 por ciento). Por la caída en la actividad económica, subieron en menor medida los bienes de capital (seis por ciento) y los bienes intermedios (4,6 por ciento).

Esto fue resultado, por una parte, de la firma de las DJAI que el gobierno anterior había dejado sin resolver y, por la otra, porque la nueva administración de Mauricio Macri intentó regularizar el ingreso de productos.

La reacción de los empresarios no se hizo esperar. Días atrás, el directivo de Ledesma y vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), José Urtubey, salió a reclamar al Gobierno un mayor cuidado de la producción local.

“Hay que entender y administrar el comercio internacional inteligentemente porque hay muchísimas cadenas de valor”, afirmó el hermano del gobernador de Salta.

A este se sumaron los dirigentes de la Mesa de Industriales Bonaerenses (MIB), quienes denunciaron al ministro de Economía de esa provincia, Jorge Elustondo y el vicegobernador, Daniel Salvador, lo que definieron como una “apertura indiscriminada de las importaciones”.

El gran problema es que los industriales argentinos se enfrentan a un escenario diferente al que vivieron previo al cierre de las importaciones que aplicó el gobierno kirchnerista y un claro ejemplo de esto se observa en el mercado del juguete.

Tradicionalmente, las ventas en el mercado argentino estuvieron divididas entre 40 por ciento de productos locales y 60 por ciento importados. Ahora, esa proporción se mantiene, con casi el 90 por ciento de los productos de afuera de origen oriental.

Durante el último gobierno, de los primeros 10 importadores de juguetes, cinco eran supermercados, una empresa de comidas rápidas, una gran tienda, una empresa de golosinas y dos empresas jugueteras puras.

Pero el gran problema al que se enfrenta el fabricante argentino de juguetes, sobre todo aquellos que mientras estuvieron protegidos no invirtieron lo suficiente para mejorar su productividad, es que ahora se encuentra que ingresa competencia china que ya no es sólo por precio, sino también por calidad.

“La apertura de las importaciones dejo en evidencia la mejoría que esta industria (china) ha tenido en los últimos años: no sólo se consolidaron mundialmente como el mayor fabricante de juguetes a nivel mundial sino que invirtieron en innovación y desarrollo. Y es que en la actualidad, casi todas las compañías jugueteras de gran prestigio internacional orientan sus inversiones en investigación y desarrollo al sudeste asiático”, indicó la Asociación Argentina de Empresas de Juguetes y Afines (AADEJA) en un comunicado reciente.

Abierto, pero no tanto

Pese a este incremento en el ingreso de mercadería, la situación está lejos de ser la normal y de hecho, desde el sector importador, hay un fuerte reclamo por una mayor agilidad en las operaciones.

Eliminadas las DJAI, como exigía la Organización Mundial de Comercio (OMC), el gobierno macrista recuperó las licencias no automáticas (LNA) en diciembre, pero la actualidad ya hay cerca de 1.500 posiciones arancelarias, según denunció la Cámara de Importadores de la República Argentina (Cira).

Es que la Secretaría de Comercio viene siendo cada vez más receptiva al lobby de las cámaras empresarias, sobre todo en función del contexto de recesión económica.

Esto vuelve el comercio exterior al escalón previo a las DJAI, cuando la administración kirchnerista aplicaba las LNA a 1.200 posiciones arancelarias.

Walter Garello, titular de la filial Córdoba del Centro de Despachantes de Aduana, advirtió por su parte que hay operaciones cuya aprobación se extendió a casi 60 días, como es el caso de clavos, tornillos, repuestos y partes para bicicletas, acoples y mangueras y otros insumos para autopartistas.

“Al principio había buen diálogo con las autoridades; pero después se empezaron a tomar algunas medidas como centralizar el control y así se perdió la autarquía que tenía el interior. Por ejemplo, enviar una máquina para arreglar a Estados Unidos desde Córdoba antes implicaba un trámite de una semana a 10 días; ahora todos los expedientes se concentran en Buenos Aires y lleva más de 60 días”, explicó el dirigente.

Si bien, reconoce el dirigente, el sector está pagando por las “picardías” de algunos, la situación está complicando la operatoria de muchas empresas cordobesas.

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