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Política: El principio de revelación y pedirle el voto a las ratas

Política: El principio de revelación y pedirle el voto a las ratas

Columna por Walter Giannoni.


Quieran que no, la mano alzada de los senadores que sorpresivamente se votaron el aumento de las dietas complicó todo. La aprobación de la llamada Ley Bases, que incluye temas álgidos para el empresariado como la modernización laboral, los cambios en Ganancias, Bienes Personales y el Blanqueo de Capitales, recibió un viento de incertidumbre. También, el Pacto de Mayo.

Luego de que los senadores se subieran escandalosamente sus haberes en medio de una crisis que ellos mismos suelen caracterizar como de extrema gravedad, Milei reaccionó con su “principio de la revelación”: No anduvo con chiquitas y convalidó que se los tratara de “ratas”.

Lo hizo mientras uno de sus hombres, el ministro Guillermo Francos, había salido de gira por las provincias para tratar de asegurar los votos en la cámara Alta. Les pide ese apoyo a los gobernadores pero, quienes apoyan o rechazan en el Senado son finalmente aquellos a los que el presidente trató como roedores del presupuesto público. Deberá pedirle el voto a esas “ratas”.

Que quede claro, no es que los senadores ambiciosos merezcan un trato acorde con su estatura institucional, menos todavía los ladinos que levantan la mano a medias, pero en política es muy difícil dibujar un apoyo con posterioridad a una agresión como la definida por Milei.

La actitud de los senadores envía además a los mercados una señal muy diferente a la que pretende afirmar el gobierno sobre la continuidad de una reestructuración económica y de cambio cultural, en un país donde los falsos amaneceres se produjeron varias veces a lo largo de su historia reciente. 

Ellos, los parlamentarios, dejaron indubitablemente en claro que quieren más de lo que ya conoció Argentina: gasto público indeterminado e inflación. Esa es la verdadera señal peligrosa, no los millones de diferencia entre lo que cobraban y lo que percibirán a partir de ahora. Es una señal compleja, por ejemplo, para los empresarios que escucharon en el hotel Llao-Llao la arenga de Milei para invertir y generar empleo, con el marco de un discurso que en parte carece de explicaciones y racionalidad.

Decir: “El que fuga dólares y evade impuestos no es un ladrón, es un héroe”, como sostuvo el Presidente, resulta una brutalidad expuesta que cayó inclusive gorda a quienes estaban en ese mismo lugar, todos popes de grandes compañías que se rasgan las vestiduras por la seguridad jurídica en un país lleno de madrigueras.

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