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Exportar más carne, una luz verde

Exportar más carne, una luz verde

Uno de los factores que entusiasman es que el precio por kilo vivo se paga en ese país a 2,25 dólares, el doble del valor en el mercado argentino.


El perjuicio sobre el precio y sobre los volúmenes exportados de soja es el lado oscuro para Argentina del brote de peste porcina en China. Pero también hay un costado que ofrece luces de esperanza.

Sucede que, al ver reducida drásticamente la producción interna de proteínas cárnicas, el gigante asiático no tendrá otra alternativa que recurrir al resto del mundo para compensar este déficit.

Según Juan Manuel Garzón, investigador del Ieral de Fundación Mediterránea, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (Usda) estima que este año las importaciones chinas de carne de cerdo crecerán 41 por ciento, desde 1,5 millones de toneladas en 2018 hasta 2,2 millones de toneladas. Esto significa tres veces la producción total de Argentina prevista para 2019: 670 mil toneladas.

“Una caída en la producción china de carne de cerdo tiene un impacto muy alto sobre sus importaciones. Por cada punto porcentual que se reduce la producción local (540 mil toneladas), si desea mantener la oferta de abastecimiento sin cambios, necesita 33 por ciento más de importaciones”, calcula Garzón.

¿Cuánto es realmente lo que podría aprovechar Argentina? Según Agustín Tejeda y Nicolás Jorge, de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, las exportaciones de carne porcina podrían sumar mil toneladas si la producción en China cae 20 por ciento y 18 mil, si se reduce 30 por ciento. El problema es que no hay cerdo suficiente para atender esa demanda.

Pero la oportunidad va más allá de los cerdos: es posible que la nación asiática reemplace parte de este consumo perdido con carne bovina, que está incorporando cada vez más a su dieta. China ya representa 70 por ciento de las ventas al exterior de los frigoríficos bovinos argentinos y este comercio podría sumar de 28 mil a 78 mil toneladas más, bajo los supuestos de caída de entre 10 por ciento y 30 por ciento de la producción porcina china que contempla la Bolsa porteña.

Trabas y deberes

El Gobierno argentino reaccionó rápido en este contexto: logró más habilitaciones de China para frigoríficos que faenan bovinos y la apertura del mercado a la carne porcina.

Daniel Urcía, director de la Asociación de Frigoríficos e Industriales de la Carne de Córdoba (Afic) y vicepresidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales (Fifra), viene de participar de la feria Sial, uno de los encuentros de la industria alimentaria más grande del mundo que se llevó a cabo hace dos semanas en China.

“La percepción que quedó es que realmente tienen necesidad de comprar carne. Desde el primer día se notó incluso con un aumento de los precios, hasta 25 por ciento sobre lo que venían pagando, para asegurarse el producto”, señala Urcía.

De todos modos, evalúa que hay que pisar con pies de plomo para no dejarse llevar por una coyuntura que sea insostenible en el tiempo. “¿Se van a sostener estos valores?, ¿los va a convalidar el consumo chino?”, se pregunta Urcía. Para el dirigente empresarial es un fenómeno que despierta expectativas, pero en Argentina hay cuestiones internas que ponen un freno: “No son muchas las plantas habilitadas para exportar, la capacidad de congelado de estas es limitada y no hay créditos para hacer inversiones de ampliación”.

En el mismo sentido se pronuncia Mario Aguilar, propiedad de un establecimiento agropecuario en el norte de Córdoba que integra el consorcio exportador Argenpork. “Hubo muchísimo interés en la Sial y tenemos todos los cañones apuntados para enviar los primeros cortes a China en julio”, remarca.

Uno de los factores que entusiasman es que el precio por kilo vivo se paga en ese país a 2,25 dólares, el doble del valor en el mercado argentino.

Sin embargo, coincide Aguilar con Urcía en que hay factores estructurales que constituyen una traba. Por ejemplo, la demora en los reintegros de IVA. “Estuvimos tantos años cerrados al mundo que ahora no tenemos los mecanismos aceitados para ser eficientes. Es difícil ser competitivos con el costo argentino”, se lamenta.

El productor admite que sin financiamiento no hay forma de encarar inversiones en el sector que son de capital intensivo. Por ejemplo, armar una granja con 500 madres porcinas requiere cuatro millones de dólares.

Fuente: La Voz

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