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Milei y los gobernadores necesitan gestionar

Milei y los gobernadores necesitan gestionar

Columna por Walter Giannoni.


Javier Milei debe aprender que en la política existe algo más que la lógica de leales y traidores. Su estrategia de exponer a sus adversarios, a quienes no le responden, o a los que saltan de posiciones, es útil para las redes sociales o los programas periodísticos de la tarde, pero no da para gobernar y tomar decisiones. 

Con el paso del tiempo las sociedades asimilan las novedades y piden más. El sello de “casta” se diluye fuera del contexto electoral y con la gente batallando en la economía real de recesión. Queda solo para los fanáticos. Milei debe aprender que no puede esperar nada, nada de nada, de aquello que él mismo denominó “colectivismo”. 

El episodio reciente del rechazo del DNU en el Senado lo exhibe con claridad. Hay que mirar y hacer números. Solo se trata de eso. El kirchnerismo, que ahora parece haberse vuelto republicano ya no recuerda que en su momento dividió el bloque peronista para poder hacerse de una banca más en el Consejo de la Magistratura. Más antirepublicano que eso no se consigue. A la batalla finalmente la ganó Luis Juez.

Entre esos dos bloques, llamados Unidad Ciudadana y su segunda marca, Frente Nacional y Popular, hay 33 senadores sobre 72 que integran esa cámara. Es todo cristinismo, aunque se lo pinte de otra cosa. Muchos no responden ni a sus gobernadores de origen. Con aliados circunstanciales, como lo fue en este caso el radical Martín Lousteau y Pablo Blanco, se imponen en cualquier votación.

Reprocharle a Victoria Villarruel haberle dado viabilidad a la derrota es un análisis parcial ¿Qué ganó Villarruel? ¿Debilitar a Milei? Antes que ella consiga algo por esa vía, la Argentina tendría que atravesar por una crisis institucional escandalosa. Inviable si la economía con menos inflación empuja algo después que empiecen a aparecer los dólares de la cosecha y se refuercen las reservas.

Ahora todas las fichas de la Rosada están puestas en el intercambio con los gobernadores. Ellos no actuarán por amor, este juego es por plata. Aunque no les guste Milei, necesitan gestionar. El primero en entenderlo es un viejo lobo de la política, Jaldo. Dicen que en las reuniones, el tucumano no toma apuntes, pero después ejecuta sin fallas lo acordado.

Concretamente, si vuelven los recursos del impuesto a las Ganancias, se podrá redondear alguna salida a esa relación.  Una punta que le permita mostrar a Milei que su aislamiento político tiene límites.

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